Entre cumbres montañosas y parajes llenos de leyendas, se deslizan suavemente las aguas generosas de ríos como el Ebro y el Cinca, que nace bajo el glaciar de Monte Perdido dentro del Parque Nacional de Ordesa en el Pirineo. Los dos ríos se encuentran en la gran lámina azul del embalse de Mequinenza.
A su paso, estos bellos cursos fluviales se visten de bosques donde habitan garzas, cormoranes, oropéndolas y milanos. Allí, en el campo, desde hace muchos años, hemos aprendido a adaptarnos a los ritmos de la naturaleza, a mostrar el más profundo respeto por sus enseñanzas, a vivir la vida muy cerca de la tierra.
Combinando sabiduría tradicional y una identidad propia, hecha de imaginación, perseverancia, ilusión y conocimiento. Con una visión cálida y sencilla. Cultivando frutas de excelente calidad, jugosas y dulces para comer sano. Para que te sientas mejor. Para que disfrutes lo natural.
Nuestros paraguayos se llaman Dulcinca. Su etiqueta los identifica y permite a las personas elegir entre la amplia oferta de fruta, nuestros paraguayos de calidad indiscutible, con buen sabor y deliciosos al paladar.
Una golosina natural del valle del Cinca. Una marca de garantía, que asegura un sistema de producción sostenible de paraguayos de alta calidad gustativa, cultivados mediante métodos respetuosos con el medio ambiente, manteniendo la sostenibilidad de la explotación, así como la conservación de los recursos y la mejora del medio.
Dulcinca es alegría y frescura. Un dulce natural, nutritivo, selecto y fácil de comer.
¿Qué es lo que diferencia a los paraguayos del valle del Cinca?
El sabor dulce, exquisito y sabroso. Su carne crocante y jugosa y la coloración roja, muy intensa y oscura.
Una fruta de agua dulce. Más del 80% de la composición es agua. Agua del río Cinca que nace en el glaciar del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, donde brota un agua tan pura y transparente como fresca, que aporta a los paraguayos un sabor inconfundible.
Un entorno natural privilegiado del Pirineo con un suelo profundo, fértil y óptimas condiciones climatológicas.
Pero, sobre todo, nuestros paraguayos son únicos porque son el producto de un sueño. El de un grupo de agricultores, que ha acabado convirtiéndose en una forma de hacer, vivir y sentir. Un sueño que une raíces artesanales y vocación empresarial.
Un equipo de personas con valores locales y horizontes globales. Una organización comprometida con la sostenibilidad y el respeto al entorno natural, que gestionamos la vida económica de más de cien explotaciones frutales y casi un millón de árboles, a través de técnicas apoyadas por expertos para mejorar el medio ambiente como propósito global de sostenibilidad de nuestra actividad.
Un esfuerzo correspondido por los clientes mediante su compromiso de compra y confianza mutua.